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Perder el miedo a la automatización

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Para perder el miedo a la automatización hay que conocerla. La automatización es el nuevo motor de la Revolución Industrial 2.0. Ya no es el futuro que nos depara, es el presente, ya está corriendo el software que nos facilita el trabajo actual. La informática la hemos adoptado como el lenguaje nativo de las nuevas generaciones; los que pertenecen a la generación que creció jugando a la pelota ha tenido que actualizarse.

Hoy, todos portamos un aparato celular con más tecnología de la que pensábamos tener en los años 70 u 80, hemos acogido esta herramienta como una facilitadora de nuestra vida cotidiana. En los últimos 10 años, la robotización/automatización ha sido blanco análisis y crítica por parte de los fieros detractores y seguidores de la herencia ludita.

La literatura y el cine no han hecho buena propaganda a la tecnología, donde en ocasiones se muestran futuros distópicos, donde el abuso de la mecanización y de la tecnologización terminan por desbaratar las esencias de los humanos, transformándonos en seres carentes de una libertad y de voluntad.

Llevar a los extremos los vicios de los poderes, como las dictaduras, los monopolios, la censura, la esclavitud; evidentemente no nos llevarán a atracar en buen puerto como especie humana. Para dar ese salto evolutivo donde la razón de la mano con la tecnología nos trae comodidad, prosperidad, trabajos dignos, tiempo libre, salud, etc.

Que los trabajos vayan hacia la automatización no implica de manera directa que esto se traduzca en mayor desempleo. A lo largo de la historia, en las distintas revoluciones industriales se perdieron gran cantidad de empleos, pero conjuntamente fueron formándose nuevas necesidades en el mercado y por lo tanto nuevos roles laborales.

Existe parte de la sociedad que se opone fuertemente al cambio, por los supuestos peligros que puede tener la adopción de la tecnología como motor de nuestras economías y de nuestra sociedad. Una de las principales objeciones que tiene es el temor por la pérdida de trabajos para los humanos, que serían reemplazados por máquinas.

De cierta manera, el miedo a perder el trabajo a causa de la automatización tiene un fundamento en la realidad histórica, cuando antes la agricultura estaba en manos de muchas personas que trabajaban en el campo; o en las manufactureras, misma situación. Al aparecer la mecanización y la automatización, se tuvo que prescindir de la mano de obra.

Pero hoy, contamos con mayor especialización, la mano de obra ha ido calificádose, hay mayor poder adquisitivo, la globalización ha hecho que podamos estar enterados de la situación de los otros países. En buenas cuentas, hemos superado ciertas barreras que la ignorancia nos tenía sumidos.

Que los trabajos vayan hacia la automatización no implica de manera directa que esto se traduzca en mayor desempleo. A lo largo de la historia, en las distintas revoluciones industriales se perdieron gran cantidad de empleos, pero conjuntamente fueron formándose nuevas necesidades en el mercado y por lo tanto nuevos roles laborales.

La formación y preparación son piezas fundamentales a la hora de enfrentar la modernidad laboral. La automatización y las innovaciones tecnológicas han cambiado el panorama, donde se ha aumentado la eficiencia productiva y la reducción de la jornada laboral.

El Foro Económico Mundial afirma que hasta el año 2022 se crearían más de 50 millones de puestos de trabajo, y en contraste, la venta de robots de automatización sigue en franco aumento. El rol de los estados y empresas será fundamental para poder evitar que las personas queden desempleadas y marginadas de la nueva sociedad tecnológica.

Esta nueva sociedad tecnologizada no solo vela por la eficiencia y la productividad, también está preocupada por la formación dado que para obtener balances favorables y avanzar en la senda del progreso, es fundamental contar con la experticia y la preparación del personal que tendrá en sus manos el uso y acción de estas nuevas herramientas que los mercados ya están utilizando.

La revolución tecnológica ya está en su avance y en su proceso, el modelo de producción hoy es otro, el mercado laboral se va modificando; es tarea de todos los actores ser parte consciente del cambio, todos en mayor o menor medida estamos involucrados. Ya no podemos estar al margen, podemos sacar excelentes resultados de las innovaciones tecnológicas, todos salimos favorecidos, pero es “sin dormirse en los laureles”.