Hay proyectos que optimizan una operación.
Y hay proyectos que recuerdan que la tecnología también puede proteger lo que es frágil, único y vivo.
El caso de Gold Fields Salares Norte es exactamente eso, una historia de cómo la automatización, la inteligencia artificial y una arquitectura de datos robusta llegaron a uno de los entornos más extremos de Chile para cumplir una misión distinta a la habitual. No era acelerar un proceso. Era cuidar a una especie en peligro crítico.
Un desafío a 4.500 metros sobre el nivel del mar
Gold Fields opera en algunos de los territorios más exigentes del mundo. En Chile, su proyecto Salares Norte se levanta en plena cordillera de Atacama, entre los 3.700 y los 4.900 metros de altura, con temperaturas que pueden bajar a 20 grados bajo cero, nieve, vientos y conectividad limitada.
Allí conviven rajos abiertos, depósitos de relaves, plantas de procesamiento, un campamento para 1.800 personas y un ecosistema andino tan delicado como imponente.
Durante la evaluación ambiental del proyecto, se identificó algo que cambiaría el rumbo de esta historia: la presencia de la chinchilla de cola corta. Es una especie declarada Monumento Natural, con hábitos nocturnos, difícil de observar y clasificada en peligro crítico de extinción. Desde ese momento, la minería y la conservación tendrían que caminar juntas.
Cuando proteger una especie genera más datos de los que un equipo puede manejar
Para cumplir con el compromiso ambiental, Gold Fields debía identificar chinchillas en su hábitat, capturarlas con trampas especializadas, evaluarlas, reubicarlas en zonas seguras y monitorearlas durante un año completo.
Todo esto generaba miles de fotos, videos, registros y documentos. En una temporada reciente, el proceso movilizó a más de 100 personas, de las cuales cerca de 30 se dedicaban solamente a revisar datos.
Cámaras trampa, trampas Tomahawk, cámaras nocturnas y sondas que exploran refugios naturales. Cada dispositivo generaba información. Cada archivo debía revisarse manualmente.
Así nació el problema real: la cantidad de datos superó lo que cualquier equipo humano podía procesar con precisión y velocidad. Era necesario cambiar la forma de trabajar.
La tecnología entra en escena: IA y automatización al servicio de la conservación
Gold Fields, junto al equipo técnico de Kabeli, decidió reimaginar por completo el proceso. No para reemplazar la labor humana, sino para potenciarla y asegurar que cada decisión estuviera respaldada por información confiable.
La nueva arquitectura combinó varios elementos.
1. Formularios y datos estandarizados desde el origen
Se rediseñó la forma en que se capturaba la información en terreno, para que cámaras, trampas y sondas generaran datos listos para automatizar.
2. Inteligencia artificial para detectar chinchillas
La IA empezó a revisar fotos y videos nocturnos, identificando chinchillas con un nivel de precisión cercano al 94 por ciento. Esto redujo miles de revisiones manuales.
Lo que antes era un bosque de archivos hoy es un flujo claro. La IA marca presencia y el equipo valida.
3. Robots que ordenan, clasifican y buscan patrones
Se desarrollaron automatizaciones que ordenan archivos por fecha y hora, verifican que cada evento tenga sus tres fotos y su video, validan secuencias, organizan evidencia para reportes regulatorios y reducen al mínimo el margen de error humano.
4. Migración completa a la nube
El servidor local quedó atrás. Ahora los datos son accesibles, se consultan más rápido y se integran con un portal web especializado para uso interno y revisión de la autoridad.
Los resultados hablan por sí solos
La tecnología permitió reducir carga manual, minimizar errores en información crítica, mejorar la trazabilidad y liberar tiempo para el trabajo que importa. Técnicos y especialistas pueden enfocarse en el bienestar de la especie, no en ordenar carpetas.
Además, la metodología puede aplicarse a otras especies y otros proyectos. Este caso no solo elevó la gestión ambiental. Elevó lo que significa automatizar.
La tecnología, cuando se usa bien, también protege vida
Gabriel Fuenzálida lo expresó con claridad durante el Summit: la incorporación de tecnología permitió minimizar errores y mejorar la eficiencia en un proceso ambiental extremadamente complejo.
Este proyecto es la prueba de que los agentes empresariales inteligentes, la inteligencia artificial y las buenas prácticas de datos pueden ir mucho más allá de optimizar procesos internos. En este caso, ayudaron a proteger a una especie que lucha por sobrevivir.
Y esa es una de las formas más valiosas de usar la tecnología.
Si la automatización puede operar a 4.500 metros y cuidar una especie en riesgo, imagina lo que puede hacer por tu empresa
Si tu organización maneja grandes volúmenes de datos, depende de revisiones manuales, tiene obligaciones regulatorias exigentes, necesita precisión absoluta o quiere liberar a su equipo para trabajo estratégico, este tipo de solución puede transformar tus procesos.
La pregunta no es si tu empresa puede automatizar, sino qué tanto puede mejorar cuando lo hace.
Empieza el 2026 con una operación más inteligente, más rápida y con impacto real
Gold Fields demostró que la automatización puede cruzar montañas, nieve y altura para transformar un proceso crítico. Tu operación no necesita estar a 4.500 metros para dar ese salto.
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Cuando la tecnología se usa con propósito, el impacto se siente dentro y fuera de la organización.